Érase una vez un pirata que se dedicaba a robar por todo el mundo.
Todo lo que robaba lo enterraba en una isla desierta, tenía 2.000 joyas y 30 monedas de oro, además tenía figuras de plata muy valiosas.
Pero un día el Ayuntamiento decidió construir en esa isla un parque de atracciones y descubrieron que estaba enterrado un tesoro que era el tesoro del pirata pata de palo.
Este pirata se encadenó a su tesoro para que no se lo llevaran y entonces la policía le rompió las cadenas y se lo llevó a la cárcel.
Fue juzgado por todos los robos de la gente que le había quitado sus joyas y su dinero.
Le cayó una pena de mil años de cárcel y encima le quitaron la pata de palo para ponerla en un museo.
FIN