Érase una vez una señora llamada Margarita que tenía una escoba que utilizaba para limpiar. ¡Claro!
¿Para qué si no servían las escobas?
Margarita no sabía que la escoba no era una escoba cualquiera, sino que era mágica.
En casa lugar donde se apoyaba o tocaba su palo empezaba a hablar.
Un día Margarita después de barrer toda la casa soltó la escoba en el frigorífico y este empezó a decir:
- que tenía un poco de frio.
Pero la magia solo duraba una minuto.
Otro día limpió su jardín y al terminar soltó la escoba apoyándola en el buzón de la entrada y este dijo:
- me siento un poco lleno
Muchos años después la escoba se rompió y nadie nunca más volvió a saber de ella.
FIN